De mi País
(Primera
Parte)
Berónica
Palacios Rojas
Mordamos la comisura de la justicia,
Reneguemos de su sombra y de su aliento fallido,
La muerte deja un vaho en cada paso de la
mujer
que pisa en MP de muertes dolosas.
Cada fémina guarda una historia en su
pañuelo
para compartir en la sala de espera.
Aparecieron los desaparecidos en sueños, incompletos,
aullando justicia por el vecindario.
Ellos, hijos no buscados, sentenciados al
olvido,
Paseándose en trailes por la ciudad con sus
voces opacas,
sin esperanza del santo reposo.
Aparecen los muertos como flores
silvestres,
como estrellas y arenas
en pedacitos, cobijados, torturados o irreconocibles.
Estos muertos, nuestros muertos que por
todo México
se siembran en cualquier baldío y bajo el
sudario del viento.
Ellos, se llevan a cuestas un dolor
insaciable, una angustia de impotencia.
Este País de fosas clandestinas,
De aullidos de madres e hijos.
Este país de feminicidios, orquestados por
mujeres sin identidad,
sin raíces, sin pensamiento propio que se
desprendieron de un vientre seco
y ahora no se sabe dónde quedaron sus oídos
ni ojos.
México eres una vibración tupida de
lágrimas.
Estamos con los ojos llenos de ceniza,
y el corazón de cristales punzantes.
Por todo esto, dejemos que nuestros muertos
cuiden
a los muertos jóvenes
Que la muerte limpie con su Justicia
los aullidos y el odio que remueven penas.
Dejemos de mirar rencores, odios, amarguras
que los corazones guardan
demos a nuestra patria la memoria quebrada
de todos los vivos,
resurjamos como el fénix
recogiendo ese impotente grito de furia
que nuestros muertos nos han dejado.
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